21.1.06

cuento sin nombre II

Esto es otro pseudo-cuento, que escribí por la misma época que el anterior.

El hombre tranquilamente trabajaba en su estudio, revisando y estudiando sus libros, ignorando lo que ocurría en el resto de la silenciosa casa.
Si alguien hubiera estado en ese momento en la calle, habría visto una sombra que se deslizaba bajo la hiedra que cubría la parte superior del muro que limitaba el terreno. Aprovechando la noche nublada y la ausencia de una alma en los alrededores, la sombra salva sigilosamente la verja y se escurre entre los arbustos, siempre pendiente del menor ruido que pudiera delatar su presencia. Escudándose en las sombras de los abundantes y frondosos árboles, se dirige hacia una de las ventanas de la casa, que se encontraba en tinieblas, excepto por la luz de la ventana del estudio en el piso alto. Abriendo la ventana con extremo cuidado el intruso penetra en la morada, expectante, con el corazón palpitante por lo que podría encontrar en aquella casa, grande y antigua. "Quizás sea de un anticuario, o de una vieja con mucha plata, y que vive sola con sus gatos". Estos pensamientos llenaban su cabeza mientras se esforzaba por ver en la impenetrable oscuridad reinante; al ver la inutilidad de este acto decide encender una pequeña linterna, y cuál no sería su sorpresa al encontrar el pasillo totalmente vacío. No había allí ni siquiera una silla de palo que estuviera rota. Nada. Se dirigió hacia una de las puertas que se veían, pero tampoco encontró nada. La misma suerte corrió con todas las habitaciones de la planta baja, incluso la cocina y el baño estaban totalmente vacíos.
Encontrándose frustrado en sus planes de encontrar valiosos objetos, toma la arriesgada decisión de subir la añeja escalera de madera. Sabe que es muy probable que cruja y delate su presencia, pero está decidido a encontrar y llevarse algo de valor. Sube la escalera lentamente, cuidando cada paso que daba. Al llegar al segundo piso encuentra un largo pasillo que recorría toda la longitud de la casa, y al final, por debajo de la puerta, se veía la luz del estudio. Cuidando su silencio, el invasor se dirige al otro extremo para revisar las habitaciones. Con gran decepción descubre que están tan vacías como las demás. Sólo le resta el estudio. Se detiene ante la puerta, sabiendo lo arriesgado de su última oportunidad. Resuelve abrirla; lentamente el rectángulo de luz que lo enfrenta se expande, revelándole el interior de la habitación. Estanterías llenas, desde el suelo hasta el techo, de antiguos libros, esculturas y pinturas se amontonaban en el piso. Una improvisada cocina se había hecho en una esquina. Junto a la ventana, una gran vitrina enseñaba diversos objetos de oro y plata, jarrones, vasos, platos, medallas y trofeos. Enfrentando al muro a la izquierda se encontraba un gran escritorio, de excelsa artesanía, con vasta cantidad de libros encima. Delante, en la correspondiente silla de artesanía inigualable, un hombre con la espalda doblada escribía y leía sin levantar la cabeza.
Maravillado con tanta riqueza, opta por dirigirse calladamente al hombre, que evidenciaba seguir ignorante de la extraña visita, y golpearlo, para así dejarlo inconsciente y robarlo tranquilamente.
Con el silencio de un gato camina sobre la alfombra persa con hilos dorado hacia la sill, tomando un garrote en la mano. Llega detrás de la silla y levanta la mano para dejar caer con fuerza la maza, cuando el hombre, sin levantar la cabeza ni dejar de escribir, lo interroga.
-¿Por qué tardaste tanto? La casa estaba vacía.
-Ya lo sé. Caminaba lenta y sigilosamente.
-No había necesidad. Te estaba esperando. Sabes lo que debes hacer, no tardes más.
Con esta venia el intruso golpea con gran fuerza en la cabeza al hombre, que cae instantáneamente al suelo. El intruso se agacha para comprobar su estado vital, y ve que es favorable, por lo que procede a hacer lo que tenía encomendado. Y con la calma y lentitud que lo caracteriza, introduce la mano en su pecho, y extrae su alma; y así la casa vuelva a la tranquilidad de la noche, que ampara los oscuros trabajos de los q ue no viven ni habitan el averno, rondan entre nosotros, espernado nuestro turno.

1 comentario:

Pájaro Verde dijo...

Me sorprende Max Power!!

Tiene una gran cuota de misterio, está claro igual que el anterior, me lo imaginé "en colores"
Bueno, quizás lo único que cambiaría sería lo de narrar en presente... de todas formas se entiende bien.

Ese fue mi aporte..